Abro Instagram, veo que todxs lxs pibxs suben historias, están ahí juntxs en la plaza se ríen… ¿Nadie nota que no estoy?
Veo que una amiga sube una foto, tiene un filtro que le hace mariposas en la cara. Otro amigo sube una foto con su novia, se dicen te amo.
Una modelo muy conocida sube una foto hermosa con su ropa nueva, dice dónde comprarla, se está preparando para ir al gym.
Y yo acá hecha un desastre, con un rodete mal hecho, en pijama… me siento culpable. El corazón me late a mil… Me angustio, lloro… Me siento sola y fea.
Algo en mi feed me llama la atención, me encuentro con un video de la cantante Camila Cabello haciendo ejercicio en el parque, y hubo muchos comentarios de haters sobre su cuerpo diciendo que tenía panza. En respuesta, Camila hizo un video en el que decía que ella estaba intentando mantenerse saludable, que corre y existe y tiene barriga como persona normal y real.
¿Qué nos pasa cuando vemos a aquellxs que admiramos les marcan sus “imperfecciones”? Vidas y cuerpos reales, haciendo cosas, o no haciendo, siendo, existiendo. ¿Se puede tener una vida perfecta? ¿Qué nos genera no tenerla?
En este tiempo en el que no podíamos vernos, en donde las videollamadas eran nuestra forma de conectarnos y que todavía es normal que alguien de la burbuja de positivo y tener que volver a aislarnos. Empezamos a pasar más tiempo en las redes, a encontrarnos ahí.
¿Cómo nos afecta esta falta de contacto y a su vez esta sobre exposición a vernos a través de las redes?
Estamos acostumbradxs a ver a vidas y cuerpos perfectos, gente que disfruta de la vida, y pareciera que somos solo nosotrxs lxs que estamos mal, lxs que no sabemos disfrutar o que no hacemos nada.
Nos cuesta ponernos a pensar que lo que se muestra en las redes es solo un fragmento, un lado de la moneda, o que tal vez tiene tantos filtros que ni siquiera es la realidad.
Es muy difícil cuando estamos todo el tiempo expuestxs a esto empezar a diferenciar qué es lo real, que no lo es y qué cosas tal vez son exageradas.
Camila hace notar eso, por un lado le exigen que haga ejercicio, bajo el ideal de mantenerse en forma, y por el otro, se burlan de ella y de su cuerpo al intentar cumplirlo. ¿Cómo lidiar con mandatos tan contradictorios que constantemente nos dicen cómo debería ser nuestra vida?
Tenemos que ser productivxs y a la vez tener tiempo para disfrutar, tenemos que ser lindxs y flacxs y a la vez poder comer cualquier cosa, tenemos que poder deconstruirnos y repensarnos a nosotrxs y al sistema, pero no hay margen de error. Cancelamos al otrx por equivocarse o por no llegar a ser como esperamos que sea, y somos igual de exigentes con nosotrxs mismxs al respecto, ¿Cómo no sentir ansiedad y angustia si todo el tiempo nos vemos en falta?
Tal vez la solución no es esforzarse o castigarse por no llegar a ese ideal, no se puede estar todo el tiempo en pose o martirizando por lo que uno debería ser o hacer para el ojo crítico del resto, y sobretodo nuestro, que evalúa, corrige y dice que no somos suficiente y que nunca lo vamos a ser para este sistema capitalista patriarcal.
Hagamos filtros con las redes, pero no en nuestras fotos, sino con lo que vemos. Fijémonos qué nos produce ansiedad o angustia, para elegir qué nos hace bien y dejar de seguir a esas personas o páginas que exhiben ese lado perfecto de cómo deberíamos ser y hacer, que nos hace sentir mal con nuestras propias existencias.
Somos imperfectxs para los mandatos sociales… somos reales y eso está bien.
Nota escrita por: Mora Torres Mantykow.